Nadie mejor que uno de los miembros de los Monty Python para arrojar luz sobre los entresijos de la creatividad.
En esta pequeña guía, el actor y cómico británico John Cleese se basa en su experiencia para contarnos, de un modo práctico y con el humor que le caracteriza, cómo generar las circunstancias adecuadas para darle espacio a nuestro genio creativo.
¿Cómo podemos llegar al estado de ánimo que necesitamos para crear? ¿Cómo saber si nuestra idea es suficientemente buena y merece la pena seguirla? ¿Qué hacer si nos topamos con un muro que parece insalvable?
Ante todas estas cuestiones, John Cleese nos ofrece un sinfín de consejos tan útiles como originales, a la vez que nos desvela cuál es el funcionamiento de la mente en los momentos en los que tratamos de buscar la inspiración.
Una oportunidad única de aprender sobre la creatividad de la mano de un gran maestro.
p. 7 Introducción
p. 11 La actitud creativa
p. 25 Cerebro de liebre, mente de tortuga
p. 47 Pistas y consejos
Escribe sobre lo que sabes
Busca inspiración
Da un salto imaginativo
Sigue avanzando
Supera contratiempos
Entra en pánico a tiempo
Tus pensamientos obedecen a tu estado de ánimo
Los peligros del exceso de confianza
Pon a prueba tu idea
Asesina a tus seres queridos
Busca una segunda opinión
Con creatividad me refiero, simplemente, a una nueva manera de pensar las cosas.
La mayoría de la gente piensa en la creatividad como algo relacionado con las artes: con la música, la pintura, el teatro, las películas, la danza, la escultura, etc. Pero no es así en absoluto, pues la creatividad puede darse en todas las áreas de la vida, incluso en la ciencia, en los negocios o en el deporte. Siempre que puedas encontrar una manera mejor de hacer las cosas, estás siendo creativo.
Otro mito acerca de la creatividad es que es algo con lo que se nace, pero eso tampoco es cierto: todo el mundo puede ser creativo.
Cuando estaba en la escuela, entre los años cuarenta y cincuenta, ninguno de mis profesores mencionó nunca la palabra creatividad. Increíble, ¿verdad? Ten en cuenta que esto se debió en parte a que estudié Ciencias (mis sobresalientes iban a parar siempre a las asignaturas de Matemáticas, Física y Química) y, como te podrás imaginar, no parecía haber mucho espacio para la creatividad en ese campo. Hay que aprender una ingente cantidad de conocimientos científicos antes de poder empezar siquiera a pensar en adoptar un enfoque creativo.
Más tarde fui a Cambridge a estudiar Derecho, pero allí tampoco parecía haber mucha creatividad. Básicamente, nos limitábamos a dilucidar si un conjunto de hechos pertenecía a una u otra categoría.
A pesar de que escogí asignaturas muy distintas durante mis años como estudiante, me quedó claro que nadie del sistema educativo inglés había visto la necesidad de enseñar algo sobre la creatividad.
Sin embargo, estoy convencido de que sí se puede enseñar a ser creativo o, para ser más preciso, creo que se puede enseñar a generar las circunstancias que nos permiten convertirnos en personas creativas.
He aquí el objetivo de este pequeño libro.
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