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Revelaciones
Dos ensayos sobre fotografía

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El 11 de julio de 1897, el científico Salomon August Andrée, el ingeniero Knut Frænkel y el fotógrafo Nils Strindberg se embarcaron en el Örnen, un globo aerostático con el que pretendían explorar el Polo Norte. La increíble expedición, seguida con apasionado interés por la sociedad sueca de la época, tuvo un desenlace fatal: después de tres días de vuelo, el globo descendió hasta caer en un banco de hielo y los tres intrépidos aventureros subsistieron unos meses hasta fallecer. Probablemente, la aventura del Örnen se habría ido desvaneciendo en la memoria escrita y oral europea si no fuera porque, 33 años después, en una nueva expedición ártica, se halló el último campamento de los exploradores suecos. Entre sus pertenencias se encontraba todo el material fotográfico que había ido elaborando Nils Strindberg y, de repente, la cuasi leyenda del Örnen se hizo imagen.

Esta historia es la que da origen al presente coloquio en dos ensayos entre el fotógrafo y crítico Joan Fontcuberta y el filósofo Xavier Antich. El viaje del Örnen y el legado de negativos fotográficos de Strindberg —deteriorados como un cuerpo herido— sirven a Fontcuberta para reflexionar sobre la humanidad de la fotografía y la perdurabilidad de las imágenes en una época en la que parecen haber perdido precisamente su carácter material esencial. Para el pensador, las fotografías pueden llegar a ser tan enigmáticas como la vida: nacen en un instante, fijan un momento y, a medida que pasa el tiempo, adquieren nuevas dimensiones vinculadas a la memoria. Todo ello lleva a Antich a reflexionar sobre la propia construcción de la mirada y la memoria visual no solo a través de la fotografía sino también a través del arte y la literatura.

Dos ensayos incisivos que aportan una inteligente revisión del papel de la fotografía en nuestra saturada cultura audiovisual actual y, más allá de los límites del análisis fotográfico, nos regalan una estimulante exploración de “lo humano” en tiempos de algoritmos e inteligencia artificial.

Descripción técnica del libro:

14 x 21,5 cm
144 páginas
Español
ISBN/EAN: 9788425232961
Rústica
2020
Descripción
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Detalles

El 11 de julio de 1897, el científico Salomon August Andrée, el ingeniero Knut Frænkel y el fotógrafo Nils Strindberg se embarcaron en el Örnen, un globo aerostático con el que pretendían explorar el Polo Norte. La increíble expedición, seguida con apasionado interés por la sociedad sueca de la época, tuvo un desenlace fatal: después de tres días de vuelo, el globo descendió hasta caer en un banco de hielo y los tres intrépidos aventureros subsistieron unos meses hasta fallecer. Probablemente, la aventura del Örnen se habría ido desvaneciendo en la memoria escrita y oral europea si no fuera porque, 33 años después, en una nueva expedición ártica, se halló el último campamento de los exploradores suecos. Entre sus pertenencias se encontraba todo el material fotográfico que había ido elaborando Nils Strindberg y, de repente, la cuasi leyenda del Örnen se hizo imagen.

Esta historia es la que da origen al presente coloquio en dos ensayos entre el fotógrafo y crítico Joan Fontcuberta y el filósofo Xavier Antich. El viaje del Örnen y el legado de negativos fotográficos de Strindberg —deteriorados como un cuerpo herido— sirven a Fontcuberta para reflexionar sobre la humanidad de la fotografía y la perdurabilidad de las imágenes en una época en la que parecen haber perdido precisamente su carácter material esencial. Para el pensador, las fotografías pueden llegar a ser tan enigmáticas como la vida: nacen en un instante, fijan un momento y, a medida que pasa el tiempo, adquieren nuevas dimensiones vinculadas a la memoria. Todo ello lleva a Antich a reflexionar sobre la propia construcción de la mirada y la memoria visual no solo a través de la fotografía sino también a través del arte y la literatura.

Dos ensayos incisivos que aportan una inteligente revisión del papel de la fotografía en nuestra saturada cultura audiovisual actual y, más allá de los límites del análisis fotográfico, nos regalan una estimulante exploración de “lo humano” en tiempos de algoritmos e inteligencia artificial.

Joan Fontcuberta es fotógrafo, crítico y profesor. Además de su prolífica obra fotográfica, ha realizado una importante labor como ensayista, editor y comisario. Ha sido profesor en la Universitat Pompeu Fabra y la Harvard University, entre otros centros, y en 2013 fue galardonado con el Premio Internacional Hasselblad en reconocimiento a toda su trayectoria. Es autor de El beso de Judas y La cámara de Pandora, dos ensayos clásicos sobre fotografía publicados también por la Editorial Gustavo Gili.

Xavier Antich es filósofo y profesor de Estética en la Universitat de Girona. Ha impartido cursos en la Stanford University la Universidade Católica Portuguesa de Lisboa y ha sido director del Programa de Estudios Independientes del MACBA. Autor de diversos libros, numerosos artículos y publicaciones y colaborador habitual en prensa escrita, radio y televisión, fue miembro del Consell Nacional de la Cultura i de les Arts de Cataluña. Actualmente preside el patronato de la Fundació Antoni Tàpies de Barcelona.

Índice de contenidos
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Índice

FOTOGRAFÍA: LOS TIEMPOS Y LAS SUSTANCIAS
Joan Fontcuberta

LOS PLIEGUES DE LA MIRADA A PROPÓSITO DE JOAN FONTCUBERTA
Xavier Antich

Lee un fragmento
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Extracto del primer capítulo

Imágenes que sufren

Stories happen only to those who are able to tell them, someone once said. In the same way, perhaps, experiences present themselves only to those who are able to have them
(Las historias les suceden solo a aquellos que son capaces de contarlas, dijo alguien una vez. Del mismo modo, quizá, las experiencias se presentan solo a aquellos que son capaces de tenerlas.)

PAUL AUSTER, The Locked Room, 1986

El 8 de septiembre de 2011, el barco M/S Stockholm, considerado una joya del patrimonio naval sueco, zarpó del puerto de Longyearbyen, en Svalbard. A bordo viajaba un grupo de doce personas que éramos artistas, escritores o científicos, invitados por la Universidad de Gotemburgo. El propósito de la expedición era establecer un diálogo entre creación y conocimiento científico en torno a cuestiones de medio ambiente y narrativas de historia en relación con el paisaje ártico. La idea de esta iniciativa fue de Tyrone Martinsson y Hans Hedberg, dos fotógrafos e investigadores, ambos profesores de la Valand Academy, que, entre otras cosas, querían grabar material para un documental que recuperara los pasos de la mítica expedición al Polo Norte de 1897 llevada a cabo por el ingeniero Salomon August Andrée.

Nunca había oído hablar de aquella aventura, pero desde entonces me siento cautivado por la épica del relato. En el siglo XIX, la conquista del Ártico constituía un reto parecido al que, ya en el siglo XX, afrontarían soviéticos y norteamericanos para llegar los primeros a la Luna. En aquel caso competían canadienses, británicos, escandinavos y rusos, pero las motivaciones eran las mismas: demostrar una supremacía nacional que movilizara al mismo tiempo el valor humano y el ingenio tecnológico para vencer los límites de la naturaleza más adversa.

De espíritu aventurero, Andrée planteó una expedición que, teniendo en cuenta los parámetros de la época, conjugaba a partes iguales heroicidad e insensatez: circunnavegar el Polo Norte con un globo aerostático de hidrógeno. El 13 de febrero de 1895 llevó a cabo una entusiasta presentación en una sesión conjunta de la Real Academia de Ciencias de Suecia y la Sociedad Sueca de Antropología y Geografía, que persuadió a los expertos de la viabilidad de la proeza y despertó gran fervor patriótico entre la opinión pública. El principal escollo técnico era cómo garantizar la conducción del aerostato bajo la acción de los furiosos vientos polares, pero Andrée estaba convencido de haberlo resuelto gracias a unas pesadas sogas de arrastre que reducirían la velocidad, evitarían una elevación excesiva y funcionarían como una especie de timón. El proyecto, que parecía sacado talmente de la fantasía de Julio Verne, despertó un gran interés internacional. Andrée vendió la exclusiva del reportaje al periódico Aftonbladet, con el que se comunicaría a través de palomas mensajeras y unas boyas que se lanzaban al agua con una pequeña nota en su interior. El magnate Alfred Nobel fue uno de los patrocinadores de la expedición, que sería despedida por una muchedumbre enfervorizada y con desfiles militares presididos por el rey Óscar II.

Andrée pudo elegir entre numerosos voluntarios para formar su equipo de viaje. Después de un intento fallido en verano de 1896, su brazo derecho, el experimentado meteorólogo ártico Nils Gustaf Ekholm, concluyó que se trataba de una misión descabellada y renunció a ella, siendo sustituido por el joven ingeniero Knut Frænkel. Y ya que el propósito científico de la expedición era cartografiar la región polar con fotografías aéreas, Andrée completó el equipo con un estudiante de Física y Química que era también un avezado fotógrafo, Nils Strindberg (sobrino de un primo del dramaturgo August Strindberg). Andrée, Frænkel y Strindberg, los tres, murieron en la empresa. [...]

Copyright del texto: sus autores
Copyright de la edición: Editorial Gustavo Gili SL

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