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La sabiduría del jardinero

Un libro de Gilles Clément

Disponible

Colección NATURA

“Los libros sobre jardines no hablan de los animales en libertad, salvo para explicar cómo luchar contra ellos. De los habitantes naturales no se dice nada. Los libros los omiten obstinadamente y no mencionan los topos de Babilonia, las libélulas de Versalles, las culebras de la Alhambra. Y a pesar de ello, deben todavía encontrar morada en esos lugares. Sin embargo, ni unos ni otros participan del artificio propio de los jardines. La tradición excluye del territorio ajardinado a todas las especies animales y vegetales vivas que eluden el dominio del jardinero. Los seres vagabundos no tienen lugar en él.”

A partir de estas reflexiones, Clément construye la particular visión del jardín y de la sabiduría del jardinero en su manejo que nos presenta en este libro.

 

¡TAMBIÉN DISPONIBLE EN EBOOK AQUÍ!

Descripción técnica del libro:

13 x 20 cm
112 páginas
Español
ISBN/EAN: 9788425233135
Rústica
2021
Descripción
Descripción

Detalles

“Los libros sobre jardines no hablan de los animales en libertad, salvo para explicar cómo luchar contra ellos. De los habitantes naturales no se dice nada. Los libros los omiten obstinadamente y no mencionan los topos de Babilonia, las libélulas de Versalles, las culebras de la Alhambra. Y a pesar de ello, deben todavía encontrar morada en esos lugares. Sin embargo, ni unos ni otros participan del artificio propio de los jardines. La tradición excluye del territorio ajardinado a todas las especies animales y vegetales vivas que eluden el dominio del jardinero. Los seres vagabundos no tienen lugar en él.”

A partir de estas reflexiones, Clément construye la particular visión del jardín y de la sabiduría del jardinero en su manejo que nos presenta en este libro.

 

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Gilles Clément (Argenton-sur-Creuse, 1943), jardinero, paisajista, botánico y ensayista francés, es profesor en la Escuela Superior de Paisaje de Versalles desde 1980 y ha sido artífice de diversos parques y espacios públicos como los jardines Le Domaine du Rayol (Var), el parque Matisse (Lille), los jardines del Musée du Quai Branly (París) y el parque André Citroën (París). Es autor de numerosos libros relacionados con el paisajismo, además de novelas, ensayos y otras publicaciones escritas en colaboración con artistas, entre ellos destaca Manifiesto del Tercer paisaje (Editorial Gustavo Gili, 2007).

Índice de contenidos
Índice de contenidos

ÍNDICE

Visita al jardín
Maestros y guías
Jardinería planetaria
¿Es el árbol capitalista?
Conceptos, conceptualizadores
Enseñanza
Firma

Lee un fragmento
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EXTRACTO DEL CAPÍTULO “VISITA AL JARDÍN”


El mundo de los jardines incluye a los jardineros. Sin ellos nada existiría. Pero aglutina a su alrededor a los di­fusores, los propagandistas, los emprendedores, los pro­veedores, los periodistas y a todo un conjunto erudito de personas —preparadas para referirse a él—, que denominamos amateurs (de amare, amar).

El amateur de los jardines no es un diletante cualquiera. Profundiza, viaja, compara, se informa, asiste a muestras, coloquios y simposios, se forja una opinión, cultiva su saber y lo perfecciona. Es un sabio. Actualmente, la palabra “pasión” ocupa, sin matices, el extenso abanico de los placeres del espíritu. Atenuado por el uso, el término amateur designa hoy una categoría no profesional, por tanto, superficial, incapaz de llegar al meollo de la cuestión. El amateur de jardines es una excepción.

El amateur no es forzosamente jardinero. El jardinero no sabría ser amateur de su propio arte; está inmerso en él. No existe el jardinero amateur, pero sí amateurs de jardines.

En un momento u otro, unos y otros confluyen para realizar una visita al jardín. El jardinero ofrece su experiencia y el amateur la organiza de inmediato en sus archivos personales. El amateur detenta informaciones suficientes (y los sueños que las acompañan) para emprender él mismo la visita a un jardín desconocido, y comentarla.

Interrogado sobre lo que ve, el amateur habla del espacio y de las especies que en él crecen. En cualquier circunstancia, despliega sus talentos de botánico —¿botánico del ornamento?—, y ningún aspecto de la flora de los jardines le resulta desconocido. Describe minuciosamente las plantas, menciona su grado de rareza, las dificultades para dar con ellas en el mundo, transportarlas y aclimatarlas adecuadamente.

Un público atento constituye una de las mejores condiciones para su desarrollo. Si nada interrumpe el discurso, si nada rompe la burbuja encantada en la que el amateur guía, protege y nutre su emoción, es posible que se llegue a la Historia y su despliegue. Entonces, en el jardín, el amateur especialmente iluminado por un ardor interno, que va de un indicio a otro, descubre las ruinas de Babilonia, una colina sagrada donde recuerda a los filósofos helénicos, un estanque mogol olvidado por Alejandro Magno en la parte baja de un pequeño valle, un pórtico mudéjar donde Boabdil suspiró al abandonar la Alhambra, y así hasta terminar con todas las citas.

Agotado, el amateur llegará a las conclusiones, feliz al poder anunciar la fecha de una visita futura: pronto llegará el turno del jardín del señor y la señora fulanos de tal; muy resguardado, incluso inaccesible, un privilegio. Excepcionalmente, los propietarios han aceptado recibirlo, se le permite hacer fotos siempre y cuando no se publiquen, etc. Se pronunciarán exclamaciones de éxtasis.

Toda mi admiración hacia el señor y la señora fulanos de tal, quienes —lo sé de otras fuentes— no se sienten del todo molestos por enseñar su obra maestra, asegurando, sin embargo, que es el peor momento del año: “¡Ah, si hubieran venido hace un mes!".

En ese caso, el amateur no cede. Arranca con un discurso sobre la meteorología.

 

Copyright del texto: sus autores
Copyright de la edición: Editorial Gustavo Gili SL

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