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Richard Buckminster Fuller > Convicción geométrica y espiritual > por Alain Prieto Soldevilla

Considerado el padre del “movimiento verde”, acuñó ideas que hoy marcan las tendencias sociales y constructivas de las edificaciones y los temas sustentables asociados a ellas.
Fuller y su Biósfera de la Expo de Montreal de 1967. Tomado de blog.creative-capital.org

Se le ha llamado “una de las mentes más grandes de nuestros tiempos”, había mostrado aptitudes sobresalientes desde los primeros años de escuela, sin embargo fue expulsado de la universidad de Harvard por “socializar de más”.

En Milton, Massachusetts, una pequeña y próspera población con la mayor concentración de descendientes de irlandeses en Estados Unidos, Richard Buckminster Fuller vio la luz por primera vez el 12 de julio de 1895, el año en que se hizo la primera exhibición pública del cinematógrafo en París.

Richard Buckminster Fuller en sus años juveniles. Tomado de kenbova.blogspot.mx

“Bucky”, como es conocido cariñosamente, se inició en la ingeniería tras servir en el ejército e inventar un dispositivo de enganche para recuperar aviones derribados del agua y salvar a los pilotos, narra el portal del Buckminster Fuller Institute (www.bfi.org). Como resultado, mereció entrenamiento formal en las fuerzas armadas, particularmente en la Academia Naval, lo que le desarrolló un pensamiento acostumbrado a solucionar problemas y le formó una vocación de servicio. Se asoció con su suegro en una empresa constructora que no tuvo éxito y la necesidad lo llevaría a la invención una vez más. En el andar de su vida fue nominado al Premio Nobel de la Paz, condecorado, reconocido y en especial fue alguien que vivió en concordancia con su meta máxima: “Lograr que el mundo trabaje al 100% para la humanidad en el más breve tiempo posible a través de la cooperación espontánea sin producir daño ecológico o desventajas para nadie”.

Sobre ruedas

En respuesta a la idea de construir rápidamente espacios habitables cómodos, limpios, iluminados y con todas las instalaciones necesarias, pero sobre todo, de fácil instalación en cualquier clima, creó la Casa Dymaxion, una verdadera futurización para la época en que vivía. La palabra —pronunciada ‘daimeixshion’— es un término formado a partir de las palabras dynamic maximum tension (tensión máxima dinámica) que pretendía globalizar una serie de ideas que contribuyeran a mejorar el estándar de vida de la humanidad. La casa, una semi cúpula diseñada en aluminio, fue concebida hacia 1927, pero encontró interés real hacia 1944 cuando Estados Unidos tenía un alto déficit de vivienda derivado de la paralización de la industria de la construcción por la Segunda Guerra Mundial. Aun así, no llegó a producirse en masa ya que encontró recelo y resistencia de los contratistas establecidos.



Un modelo de la Casa Dymaxion o 4D en los años 40.

También adelantado casi 30 años a su tiempo, y cuando los autos aún se veían como en la serie policiaca Los Intocables, Fuller pensaba en un medio de transporte que si bien seguía siendo terrestre también podía ser sorprendente. El Dymaxion es un auto de tres ruedas que diseñó en 1933, en plena Gran Depresión. Su increíble rendimiento de 48 kilómetros por galón de gasolina (algo así como 12 km por litro) y capacidad para 11 pasajeros lo acercan a un auto moderno y lo hacen lucir como una Combi de la década de los 60.

Al término de la guerra, la necesidad de refugios inspiró a Bucky a regresar al restirador y a la naturaleza de la que tanto aprendió durante toda su vida. De ahí, pensaría en los domos geodésicos, una figura autoportante bajo cuya área podrían suceder infinidad de actividades a cubierto.

 

Redondo debut
Pero sus ideas esféricas no cuajarían del todo sino hasta años después. Fue en la Trienal de Milán de 1954 donde por primera vez los conceptos de Bucky podrían verse más ‘en serio’. Ahí presentó su esfereoide patentado construido de cartón y la aceptación mundial de su concepto irrumpió en forma sobresaliente. “La geodésica de cartón de 14 metros fue instalada en el antiguo jardín Sforza en Milán y obtuvo el máximo galardón, el Gran Premio”. Desde ahí, la instalación de domos geodésicos sería una espectacular teoría llevada a la práctica, un desafío a cambiar las pesadas y complicadas estructuras de mampostería y concreto por algo fuera de serie. Destacan la Biósfera para la Feria Mundial de Montreal 1967, que aloja al Museo del Medio Ambiente con sus 76 metros de diámetro y una altura de 62 metros recubiertos por una burbuja de acrílico; los Kaiser Aluminium Domes —una serie de domos producidos bajo su diseño y puestos en sitio en sólo 20 horas—, y su Hangar para el “Albatros”, el gigantesco avión de Howard Huges (hoy una terminal naval para trasatlánticos) concluida por el socio de Bucky, Don Richter. Se dice que es la estructura con el mayor claro libre del mundo.

Hangar del Spruce Goose (albatros), Long Beach, California, concluido en 1983.

Bucky y Disney
A principios de la década de 1980 la consigna para destacar creaba experiencias más escenográficas que reales en muchos campos donde la arquitectura pedía protagonismo: hoteles forrados de vidrio, torres de oficinas (también forradas de vidrio), casas denominadas “futuristas”, centros de entretenimiento con más luces que diversión y un hambre por la tecnología que, ya no tan incipiente, prometía introducirse pronto en la vida de todos.
Es la década de la Guerra de las Galaxias, no sólo de la segunda y tercera partes de la exitosa saga de cine, sino de la verdadera tentativa política del presidente Ronald Reagan por utilizar el espacio como estrategia de defensa y ataque militares. En este contexto, Fuller insistía en que el espacio debía servir al hombre, a esta “nave espacial Tierra”, como él solía decir. Bajo sus preceptos, el Epcot Center de Orlando Florida edificó el “Spaceship Earth”, en homenaje a lo que Bucky ideó años atrás. Concluido en 1982 tras 26 meses de trabajos, fue recubierto con alucobond, por entonces un acabado muy novedoso. El recorrido en su interior abarca un equivalente a 18 pisos, dura 15 minutos y repasa la historia de la humanidad con miras al futuro, guion en buena parte desarrollado por Ray Bradbury, reconocido autor de ciencia ficción.

Spaceship Earth, Epcot Center, Orlando. Fotografía de 1986. Flickr/ John Mac 2011 UK

Al futuro y más allá
Hay consenso en que su máxima aportación han sido los domos geodésicos, de los que hoy se estima existen unos 300 mil, pero sería injusto reducirlo sólo a eso. Él también era esférico, hablando figuradamente. El término “sinergia” se le adjudica a él, e hizo mucho más en su cátedra impartida fuera y dentro de las aulas donde fue profesor en el Departamento de Diseño de la Southern Illinois University entre 1959 y 1972.

Interior de la casa de Bucky y Anne, años 60.

Bucky llevaba con precisión científica su diario al que llamó Dymaxion Chronofile. La idea era registrar la vida como un experimento que habría de concluir con su partida el 1 de julio de 1983, en la ciudad de Los Ángeles. Su larga y sorprendente estancia en el planeta le permitió ver la evolución de las tecnologías y llegó hasta el umbral de lo que ahora se considera “actual”. Autor de una treintena de libros, ingeniero, maestro, inventor, futurista. La próxima vez que alguien pregunte sobre él, más de uno dudará en decirle sólo arquitecto.

Hoy, la organización Fuller Dome Home trabaja para preservar la casa-domo ubicada en Carbondale, Illinois que habitaron Bucky y su esposa Anne Hewlett de 1960 a 1971. Su flamante vivienda de dos plantas —con un ‘loft’— había sido instalada en sólo siete horas a un costo de entre 7 y 8 mil dólares, incluida su losa de desplante de concreto. “Hacer más con menos”, decía él. Esa es la definición, incluso a mediados de este 2013, de lo que llamamos “El futuro.”

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www.bfi.org/?q=node/106