Hay quien sale de casa con un móvil y va tomando fotos del mundo que le rodea, y hay quien sale de casa con un cuaderno de dibujo. La diferencia es que mientras dibujamos algo no solo capturamos la realidad, sino que la repensamos e, incluso, la inventamos. Con el cuaderno de dibujo dejamos de capturar instantáneas fugaces o de procesar imágenes hechas por otras personas para salir, detenernos y mirar el mundo con nuestros propios ojos.
Esta guía práctica nos transmite el poder del dibujo como lenguaje de representación e ideación y nos descubre el potencial del cuaderno de dibujo como un dispositivo ideal para ponerlo en práctica. Felix Scheinberger resume en 69 iluminadoras píldoras todas las claves, técnicas, trucos y consejos para que redescubramos el dibujo como lenguaje universal. Desde cuestiones básicas como qué cuaderno de dibujo o qué rotuladores comprar, hasta cómo sacarle partido a tu trazo natural o reconocer el valor fundamental del azar y los errores. El encuadre, la perspectiva, la sombra, la luz, el cuerpo humano, los amigos, los coches, las ideas… todo, absolutamente todo, esconde un secreto o algún truco decisivo, y el artista alemán acierta a explicárnoslos de forma amena y directa. En definitiva, un auténtico tesoro para lanzarse, por fin, a hablar el lenguaje del dibujo.
Texto del prólogo
¿Por qué un cuaderno de dibujo?
Tras la llegada de los medios digitales a todas las áreas de trabajo creativo y artístico, el mundo de los diseñadores, los dibujantes y los ilustradores ha quedado reducido a un espacio muy pequeño: su escritorio. Como resultado, hemos perdido parte del contacto con el mundo exterior. Nos sentamos frente al ordenador y, si queremos dibujar un motivo que no está delante de nuestros ojos, simplemente lo buscamos en Google.
El libro que ahora tienes en tus manos intenta algo diferente. En primer lugar, es un manual para aprender a dibujar y a abocetar en el que se transmiten conceptos básicos y consejos, pero, sobre todo, este libro habla del placer que produce dibujar. Con este libro me gustaría transmitir también que el dibujo es un medio que abre espacios nuevos y más amplios: espacios en el mundo interior y en el exterior. Abre puertas a la imaginación y al conocimiento, y es uno de los pocos ámbitos artísticos en los que se disfruta de los motivos in situ, de primera mano. Al dibujar algo, repensamos la realidad. Dejamos de dedicarnos a procesar imágenes ajenas para salir y mirar el mundo con nuestros propios ojos. De ese modo, el cuaderno de dibujo se convierte en una extensión de la mirada que, a su vez, nos permite ampliar nuestro propio mundo.
Además, el dibujo es algo individual y auténtico. Si nos limitamos a buscar un motivo en Google, nos encontramos con el problema de que todos acabamos utilizando las mismas imágenes y, de este modo, estrechamos nuestra visión del mundo en función del embudo jerárquico que establecen de los buscadores.
En la actualidad asistimos a un importante renacimiento del dibujo, a una demanda de lo real. Las inmensas posibilidades del procesamiento digital de imágenes han socavado la credibilidad de las imágenes, de ahí que el dibujo esté experimentando un nuevo auge, debido a su autenticidad. El artista responde de su dibujo. El “haberlo hecho” y el “haberlo vivido” lo convierten en el propio garante de la autenticidad de su imagen. Paradójicamente, son la subjetividad y la intimidad manifiestas del dibujo las que lo hacen más auténtico que las fotografías o las imágenes de Google. Por eso, el dibujo cobra también mayor relevancia como documento. Y así llegamos al cuaderno de dibujo.
El cuaderno de dibujo es algo muy personal. En él dibujo para mí, no para otros; en él represento mi mundo y mi vida. Me intereso por el mundo en el que vivo mediante un proceso deliberado y prolongado, y no solo durante el tiempo que tardo en hacer una foto. Me relaciono con el mundo. Esta relación se establece también a través de los sentidos: dibujamos a las personas de forma distinta si hay un olor asociado a ellas. Si estamos dibujando un plato de comida, el resultado será diferente si no nos gusta el plato, y dibujamos de forma distinta nuestro perro que cualquier otro animal.
El cuaderno de dibujo es el lugar ideal para plasmar estas impresiones: es un medio personal, humano. Y es ahí donde residen sus ventajas, que lo son para uno mismo, pero también para el arte en sí. Para tener experiencias propias tenemos que salir de casa, y cuando uno sale por la puerta conviene llevarse un cuaderno de dibujo.
Felix Scheinberger
Copyright del texto: sus autores
Copyright de la edición: Editorial Gustavo Gili SL