¡De mayor quiero ser John Berger!
(Álvaro de la Rica, Teinteresa.es, 16/11/2011)
AccederJohn Berger está considerado uno de los escritores y críticos de arte más influyentes y originales de los últimos tiempos. Sin embargo, una faceta de su trabajo mucho menos conocida es la de pintor y dibujante. Sobre el dibujo recoge una serie de ensayos que reflexionan sobre las dificultades que entraña la maestría del dibujo, donde la mirada hacia el arte se confunde con la propia experiencia vital.
Los análisis de los dibujos de Vincent van Gogh, Antoine Watteau, Martin Noël, Juan Muñoz o las pinturas rupestres de la cueva de Chauvet se entremezclan con la magistral descripción de la experiencia del autor como dibujante, en un intento por descubrir el misterio de la técnica de los maestros o comprender las dificultades de enfrentarse a un modelo. Berger evoca experiencias que confunden el enigma que rodea al arte con nuestras propias vidas, y se pasea, casi sin reparar en ello, entre varias categorías literarias: del relato al ensayo, pasando por las cartas o los diálogos.
Índice de contenidos
Dibujo del natural
Vincent
Los dibujos de Watteau
Dibujo en papel
La Polonaise
Hojas de papel sobre la hierba
Dibujado para ese momento
Un secreto profesional
Echar ramas
Le Pont d’Arc
Joven con la mano en la barbilla
Del diario de Janos Lavin
Distancia y dibujos
Langosta y tres peces
Juntos
Procedencia de los textos
Créditos de las ilustraciones
Extracto del primer capítulo
Dibujo del natural
Para el artista dibujar es descubrir. Y no se trata de una frase bonita; es literalmente cierto. Es el acto mismo de dibujar lo que fuerza al artista a mirar el objeto que tiene delante, a diseccionarlo y volverlo a unir en su imaginación, o, si dibuja de memoria, lo que lo fuerza a ahondar en ella, hasta encontrar contenido de su propio almacén de observaciones pasadas. En la enseñanza del dibujo, es un lugar común decir que lo fundamental reside en el proceso específico de mirar. Una línea, una zona de color, no es realmente importante porque registre lo que uno ha visto, sino por lo que le llevará a seguir viendo. Siguiendo su lógica a fin de comprobar si es exacta, uno se ve confirmado o refutado en el propio objeto o en su recuerdo. Cada confirmación o cada refutación le aproxima al objeto, hasta que termina, como si dijéramos, dentro de él: los contornos que uno ha dibujado ya no marcan el límite de lo que ha visto, sino el límite de aquello en lo que se ha convertido. Puede que esto suene innecesariamente metafísico. Otra manera de expresarlo sería decir que cada marca que uno hace en el papel es una piedra pasadera desde la cual salta a la siguiente y así hasta que haya cruzado el tema dibujado como si fuera un río, hasta que lo haya dejado atrás.
Esto es muy distinto del proceso posterior de pintar un lienzo “acabado” o esculpir una estatua. En estos casos no se atraviesa el tema, sino que se intenta recrearlo y cobijarse en él. Cada pincelada o cada golpe de cincel ya no es una piedra pasadera, sino una piedra que ha de ser colocada en un edificio planificado. Un dibujo es un documento autobiográfico que da cuenta del descubrimiento de un suceso, ya sea visto, recordado o imaginado. Una obra “acabada” es un intento de construir un acontecimiento en sí mismo. Es significativo a este respecto que solo cuando el artista alcanzó un nivel relativamente alto de libertad “autobiográfica” individual empezaron a existir los dibujos tal como los concebimos hoy. En una tradición hierática, anónima, no son necesarios. (Debería, tal vez, indicar aquí que estoy hablando de dibujos de trabajo, aunque estos no siempre se hacen para un proyecto específico. No me refiero a dibujos lineales, ilustraciones, caricaturas, ciertos retratos o ciertas obras gráficas que pueden ser productos “acabados” por derecho propio.)
Varios factores técnicos amplían con frecuencia esta distinción entre dibujo de trabajo y obra “acabada”: el mayor tiempo necesario para pintar un lienzo o esculpir un bloque, la mayor escala del trabajo, el problema de tener que manejar simultáneamente el color, la calidad del pigmento, el tono, la textura, el grano, etc.; en comparación, el lenguaje “taquigráfico” del dibujo es relativamente sencillo y directo. No obstante, la distinción fundamental se encuentra en el funcionamiento de la mente del artista. Un dibujo es esencialmente una obra privada, que solo guarda relación con las propias necesidades del artista; una estatua o un lienzo “acabado” es esencialmente una obra pública, expuesta, que se relaciona de una forma mucho más directa con las exigencias de la comunicación.
De esto se puede deducir que desde el punto de vista del espectador existe una distinción equivalente. Frente a un cuadro o una escultura, el espectador tiende a identificarse con el tema, a interpretar las imágenes por ellas mismas; frente a un dibujo, se identifica con el artista, e utiliza las imágenes para adquirir la experiencia consciente de ver como si fuera a través de los ojos de este. [...]
Copyright del texto: sus autores
Copyright de la edición: Editorial Gustavo Gili SL
(Álvaro de la Rica, Teinteresa.es, 16/11/2011)
Acceder"Textos muy hermosos, de profundo contenido escrito en fácil, no necesitas ser erudito, ni estudioso, ni siquiera tiene que gustarte la pintura para disfrutar de estos análisis brillantemente escritos, que ayudan a abrir los ojos, y mirar de nuevo." (Pilar Pinchart, Skfandra, 04/01/2012)
(Pilar Pinchart, Skfandra, 04/01/2012)
Acceder(Raquel García-Osuna, TENDENCIAS del Mercado del Arte n.50, 02/2012)
Descargar«'Sobre el dibujo' recoge una serie de ensayos que reflexionan sobre las dificultades que entraña la maestría del dibujo, donde la mirada hacia el arte se confunde con la propia experiencia vital» (Raquel García-Osuna, TENDENCIAS del Mercado del Arte n. 50, 02/2012)
(Fietta Jarque, El País, 10/03/2012)
Acceder«'Sobre el dibujo' no es solo un libro para dibujantes -aunque pienso que es una lectura imprescindible para ellos- es también el trazo claro de una mano pensante.» (Fietta Jarque, El País, 10/03/2012)
(Marisa Avigliano, Diario Página 12, 19/10/2012)
Acceder«Un libro para llevar bajo el brazo en el largo paseo de la vida o para dejar que sea él el que nos lleve a dar la vuelta al mundo a través de sus acertados apuntes.» (Marisa Avigliano, Diario Página 12, 19/10/2012)
(Diana Fernández Irusta, ADN La Nación, 21/12/2012)
Acceder«Y es en ese gesto, el de comunicarse, descubrir y entregarse a lo inefable del mundo a través de los trazos de un dibujo, donde reside lo mejor del Berger escritor, pintor, poeta, activista. Esencia que se traduce en dos magníficos libros: Sobre el dibujo y El cuaderno de Bento, compendio de artículos que giran en torno del acto de dibujar entendido como ejercicio de develamiento de la mirada propia y la de los otros. Pero, también, apasionada celebración del encuentro con aquello y aquellos que nos rodean.» (Diana Fernández Irusta, ADN La Nación, 21/12/2012)
(Cecilia Gañán de Molina, Lady Tacones, 03/04/2014)
Acceder«El libro, un pequeño ensayo autobiográfico, te invita a buscar un rincón tranquilo donde compartir con él sus reflexiones sobre la soledad creadora.» (Cecilia Gañán de Molina, Lady Tacones, 03/04/2014)