En esta nueva entrega de Anatomía artística, el profesor de dibujo anatómico Michel Lauricella nos invita a abordar el arte del retrato.
Con su habitual enfoque sintético, este nuevo volumen nos adentra en el estudio de cabeza y cuello a partir de la observación de las proporciones, las formas sintéticas, las referencias óseas, la musculatura y los pliegues de la piel, además de brindarnos algunos consejos para dibujar pelo, barba y vello.
Más de 300 dibujos y esquemas originales, complementados con una selección de rostros de los otros volúmenes de la colección. Una completa representación de las distintas morfologías, mestizajes y etapas vitales que nos permitirán abrazar la compleja realidad del retrato y ser capaces de plasmar la singularidad de cada persona.
5 Prólogo
6 Introducción
11 Proporciones
33 Formas sintéticas
45 Esqueleto y referencias óseas
65 Musculatura
73 Grasa y pliegues de la piel
87 Pelo, barba y vello
96 Bibliografía
Prólogo
El arte del retrato, ya sea esculpido, pintado, dibujado, fotografiado o filmado, constituye un género en sí mismo. Son muchos los bellos ejemplos que podemos encontrar desde la Antigüedad, y muchos son también los artistas contemporáneos que organizan sus búsquedas formales en torno a este motivo. Si son múltiples las funciones que puede cumplir este tipo de representación —los rostros que vemos en las momias egipcias, los retratos propagandísticos de emperadores, los retratos ilustres, los autorretratos de artistas, las fotos de carnet, los retratos de familia, los primeros planos del cine, etcétera—, nos resulta la mar de natural que ese solo fragmento del cuerpo pueda valérselas por sí mismo y evocar a la persona entera.
Cada artista juega con los códigos de la representación. Podemos decidir hacer énfasis en los ojos, en la boca, tal y como el cine nos ha enseñado a hacer con sus primerísimos planos, ampliar el cuadro al rostro (igual que la máscara en la escultura), ampliar todavía más el encuadre hasta recortar la cabeza justo por debajo del mentón, o bien abrir un poco más el plano, por debajo, e incluir también los hombros. Encuadrado de tal forma, el retrato se convierte en un “busto” que comprende la cabeza, el cuello y el pecho, excluyendo la parte del brazo. Con tal de satisfacer de la mejor manera vuestras necesidades, yo escogería por lo general esta última versión.