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Urbanismo Ecológico > El switch del equilibrio > Por Alain Prieto Soldevilla

Si estás leyendo este blog y vives en una ciudad, eres uno de los tres mil millones de habitantes que residen en una zona urbana del planeta. Esto significa una infinidad de cosas: la primera es que no todo territorio es parte de una ciudad, ya que en este instante que lees, la población mundial alcanza los 7, 270 millones de personas. Y la segunda es que las alternativas para vivir aún dejan espacio para otras conformaciones y otras densidades y formas de cohabitar con el medio ambiente.

Para entrarle a la discusión, tan solo necesitas reparar en el controversial pero siempre preocupante tema del cambio climático, o curiosear en sitios web como worldometers.info, que nos ponen en antecedentes y nos estremecen cuando aprendemos que las huellas de carbono —gases de efecto invernadero emitidos a la atmósfera—de diversas sociedades son las más altas de todos los tiempos, y que Bangladesh y Nigeria superan a México en el listado de países más poblados. Así visto, la preocupación de qué será de la vida y su sostenibilidad en algunos años se vuelve compartida: Asia, África, América, Oceanía y hasta Europa con su tasa relativamente estable de nacimientos, ya no importa. Dejó de ser un tópico de fronteras o una estadística divertida para platicarla a la hora de tomar café. En gran medida, esa es la intención de Urbanismo Ecológico (GG, 2014): darnos la responsabilidad a todos sobre las decisiones vitales mostrándonos qué pasa, que se hace, qué se espera y cómo pensamos afrontar un futuro imperfecto que también coexiste con la esperanza.

Coexistencia de la urbe de hierro y las márgenes agrícolas en Nueva York, Estados Unidos, en 1982. La imagen, que aparece en Urbanismo Ecológico, es una foto original de Agnes Denes. Se llama “Campo de trigo-Confrontación”. (Foto: thepolisblog.org)

La idea de todo esto, sin duda, es aliviar la huella ecológica, nuestro impacto en el mundo, sin dejar de beneficiarse de lo que la civilización (la ciudad) nos ofrece y que tanto daño ha reflejado. ¿Se puede? ¿Hay manera de encausar el daño ya hecho e impedir más? La larga y diversa respuesta es de lo que se trata el urbanismo ecológico.

No es que el tema sea nuevo, pero sí lo suficientemente poco publicado para que a este libro le baste como título el nombre de la disciplina o, más bien dicho, de la multidisciplina. Porque los urbanistas, los arquitectos, los economistas, los sociólogos, los funcionarios públicos (sin importar su área), los agrónomos, los psicólogos, los médicos, los biólogos, lo matemáticos, los abogados, los ingenieros, los paisajistas, los historiadores y toda persona que respire, es aludida en este tomo, voluntaria o involuntariamente. Puedes desde ahora considerar a este libro como universal.

Parece contradictorio, advierte el recién llegado libro de GG, el hecho de hablar de urbanismo ecológico. Cuando se piensa que la ciudad se opone e impone a la naturaleza, el conflicto de cómo hacer una sin dañar a la otra parece inevitable.


Fundamentar una estrategia urbana sostenible. En Finlandia, junto al mar Báltico, se hace necesario crear suelos con escombro, dada la escasez de terrenos naturales. (Textos y láminas aparecen en español en la edición de GG.)

Pero nuevas formas de plantear la urbanización pueden dejar a salvo el medio ambiente e integrar las poblaciones a la región que ocupan en forma exitosa, o por lo menos más equilibrada. De ese tamaño es la propuesta de este título.

Entender todos los acercamientos resultaría muy complejo, pero gracias a la edición de Mohsen Mostafavi y Gareth Doherty la conciliación y clasificación de escritos funciona muy bien.
 

Mohsen Mostafavi, arquitecto estadounidense de origen iraní, es decano de la Escuela de Diseño para Graduados de la Universidad de Harvard, en Cambridge, Massachusetts, EUA. Coeditor de Urbanismo Ecológico. (Foto: media.news.harvard.edu)

Muchos libros en uno
Enciclopédico, actual, verdadero, retador. Es un solo volumen, pero hecho de tantas partes interesantes que pueden separarse y estudiarse cada una en forma relativamente suelta. Los ensayos, bien escritos y concretos, provienen del simposio “Urbanismo ecológico”, realizado en la Escuela de Diseño para Graduados de la Universidad de Harvard en 2009. Pero hay muchos más caminos, propuestas, lecciones y acciones retratados en forma de texto, gráficos e infografías, que por sí mismos son materia de publicaciones independientes.

Una muestra: En el mar del Norte, el proyecto Zeekracht de la OMA (Office for Metropolitan Architecture) pretende crear un parque eólico marino que genere tanta energía renovable y limpia en un año como la que producen en ese tiempo los combustibles fósiles de los países del Golfo Pérsico.

Zeekracht, megaproyecto concebido en 2008, beneficiaría con energía eólica a los Países Bajos, Francia, Alemania, Noruega y Reino Unido. Su magnitud es mayúscula.

El gran volumen de informes, estudios y criterios asentados en este libro, es compendiado y estructurado por los editores, quienes aportan un digestivo formidable a esta enormidad. Árboles, infraestructura, industria, lluvia, autourbanismo, reciclaje, proyectos ecourbanos, ecociudades, movilidad, sociedad, gobierno. Cientos de puntos de partida dirigidos a un mismo sitio. Se habla ya sea de Soft Cities, un concepto para generar y abastecer comunidades con energía limpia mediante materiales fotovoltaicos orgánicos (textiles, por ejemplo) o de los petropaisajes, exacto, los relacionados con la industria petrolera.

Todo está identificado en verbo: Anticipar, Colaborar, Sentir, Interactuar, Movilizar, Medir, Adaptar, etc. La multiplicidad de Urbanismo Ecológico da esa riqueza que las mismas ciudades tienen y esa diversidad que los ecosistemas incuban.
 

Las ciudades también maduran
Aunque a lo largo de la historia las referencias son importantes y necesarias, los urbanistas como Haussmann —planificador del París napoleónico—, Le Corbusier —quien tanto creía en los automóviles pero enaltecía las áreas verdes—, el propio Mario Pani o Frank Lloyd Wright y hasta Costa, Leão y Niemeyer con su modernísima Brasilia, tendrían que amoldarse a una nueva forma de plantear los desarrollos humanos que piden mucho más que sólo arquitectura de primer nivel.

 

El Bank of America, rascacielos de la firma Cook + Fox, es ejemplo de un edificio de gran altura con uno de los mejores comportamientos medioambientales en el mundo, dada su alta eficiencia en el consumo de agua y electricidad. (Textos y láminas aparecen en español en la edición de GG.)

Las tendencias repasadas en cada capítulo surgieron en los últimos 45 años (y más) y están vigentes en este momento. Este libro es tan actual que seguirá siéndolo en veinte o veinticinco años cuando la población mundial enfrentemos diferentes escenarios que vale la pena tomar en cuenta.

La visión de Urbanismo Ecológico es muy similar a una radiografía de hechos, lugares, espacios e interrelaciones que coexisten. Pero el diagnóstico acude al historial del paciente, por lo que desmenuza las razones por las que Bombay (India), Manama (Baréin), Londres (Inglaterra) y la misma capital mexicana, son tanto sujetas de crítica como ejemplares. Incorporar la ética a los programas que crean ciudades es fundamental.

Puntual
Llegado a tiempo, quizá es el libro más presente y necesario, con uno de los contenidos más apremiantes que pueden encontrarse en urbanismo, arquitectura, sociedad y ecología. Los lazos que unen estas disciplinas y los prejuicios que las separan pueden entenderse mucho mejor con la ayuda de cada autor invitado: todos aportan.

Una demostración de organización y cooperación con respecto a la naturaleza es una premisa del urbanismo ecológico. (Textos y láminas aparecen en español en la edición de GG.)

En 1997, el artista chino Zhang Huan, invitó a 40 trabajadores a subir el nivel del agua en un estanque de Pekín (foto arriba). Su performance ayuda a entender el agua y cómo los actos humanos modifican el entorno natural. El nivel aumentó un metro.

Traducido a un plano global, el cambio urbano, que por lo normal se confía a los planificadores, es necesario y posible realizarlo por medio de la gente común que vive las áreas intervenidas. Se acaba por entender que unos no pueden ser sin los otros.

Y si buscas una relación más directa con la realidad nacional, en el capítulo SENTIR podrás encontrar material de la Ciudad de México mediante un interesantísimo proyecto denominado “Talking nose” (la nariz que habla), una idea que involucra al aire, a los aromas y a las sensaciones de la urbe capital.

La solución está en colaborar
Plumas de reconocidos expertos como Rem Koolhaas, Félix Guattari, Jacques Herzog y Pierre de Meuron, entre muchos más, prestan sus conceptos al libro.

El veterano arquitecto italiano Andrea Branzi, quien contribuye brillantemente, aboga por un posmedioambientalismo que renueve la Carta de Atenas, manifesto urbanístico de 1933 que busca favorecer y dignificar a los habitantes de las ciudades. Pero Branzi va más allá. Sus poderosas y radicales iniciativas incluyen “La ciudad como una favela hi-tech”, que procura evitar soluciones rígidas y liberar los espacios según se requieran, y la “Hospitalidad cósmica”, que aboga por la “cohabitación entre el hombre y los animales, entre las tecnologías y la divinidad, entre los vivos y los muertos”, enseñanzas de la sabiduría hindú.

El proyecto Caixa Forum, en Madrid (2008), de los arquitectos ganadores del Pritzker, Herzog y De Meuron, agregó un muro verde, primer jardín en su tipo instalado en España. Contiene 15,000 plantas de 250 especies adaptadas al ambiente local.

La lógica de Branzi, el rompimiento de esquemas, bien puede dar sólo una ligera una idea de lo que espera a quien lee este lanzamiento de GG. La innovación realmente trasciende sus páginas.

Y al final, ¿por qué el urbanismo ecológico? En palabras del coeditor de este título, Mohsen Mostafavi: “Con todas sus ramificaciones, la reciente crisis financiera nos sugiere la necesidad sostenida de reconceptualizar nuestra condición cosmopolita contemporánea”.

Las ciudades cambian, nosotros a ellas y ellas con nosotros.