Peter Zumthor: Una montaña de calidad > Por Alain Prieto Soldevilla
23/06/2014
Peter Zumthor construyendo la Capilla del Hermano Klaus en Alemania| Foto: www.graymatters.gatech.edu
“Meterse hasta la cocina” es un dicho común cuando se habla ya sea de una confianza excesiva o de la irrupción con desparpajo en un espacio ocupado por alguien más. Peter Zumthor, arquitecto suizo encumbrado con el Premio Pritzker en 2009, es uno de esos que, como Pedro por su casa, se cuela hasta la cocina, literalmente. En el libro Pensar la arquitectura, Zumthor evoca precisamente la cocina de su casa de la infancia, donde comienza a articular sus palabras en torno a la arquitectura, cómo la concibe, cómo la produce.
Zumthor (Basilea, Suiza, 1943), desde luego, no es “nuevo”; es decir, en la escena de la arquitectura tiene muchas décadas que si bien exitosas no lo habían llevado a la popularidad que algunos colegas europeos han conseguido a base de obras geométricamente llamativas de intensa exposición mediática. A Zumthor podríamos considerarlo relativamente discreto pero ahora mismo hay que imaginarlo en un pedestal, un reconocimiento merecido que no llegó temprano en su vida. Es posible conseguir imágenes de su obra de hace 30 años; sin embargo, encontrar retratos de aquella época es un hallazgo complicado, como esta imagen de él y su esposa, Annalisa Zumthor, en 1986.
De izquierda a derecha: Walter Bieler, Rudolf Fontana, Annalisa Zumthor, Peter Zumthor, Hansjörg Ruch, Valentin Bearth y Hannes Gruber | Foto: zumthor.tumblr.com
La tercera edición ampliada de su Pensar la arquitectura resulta un agasajo de ideas que comienzan desde el elegante encuadernado en pasta dura, que hace de estuche o relicario para lo precioso que guarda dentro. Las imágenes que acompañan los textos son contemplativas, abstractas, ceñidas a sus mensajes; porciones fugaces de obras que no son un repaso o menos un catálogo de ellas.
Cuando habla sobre el dibujo es preciso y cuidadoso en sus conceptos, al igual que el dibujo que busca para darse a entender y concebir atmósferas que no dejará a la casualidad en la obra: “En mi trabajo son importantes los bocetos que señalan expresamente hacia una realidad que aún está en el futuro.”
También así, por ejemplo, habla del compositor alemán Johan Sebastian Bach, un clásico muy conocido, pero lo relaciona a la arquitectura al ser un gran “estructurista” capaz de reunir diferentes partes para crear un todo con perfecta distinción y claridad. Zumthor lo lleva a su trabajo, con lo que él encuentra “un sinfín de detalles integrantes” y llega a diversas conclusiones. Entre muchas valiosas, sobresalen las preocupaciones sobre el minimalismo, por ejemplo: “Los detalles, cuando salen bien, no son decoración. No distraen, no entretienen...”
Detalle de timbre en el taller de Zumthor | Foto: Filipe Magalhães | afasiaarq.blogspot.com
Y es lo que pasa con este título. Zumthor atrapa en cada uno de sus escritos esencias, partes y detalles, que une para formar este todo que denomina Pensar la arquitectura. El libro cuaja como tal; logra la copertenencia y la solidez a la que él se refiere al realizar sus obras. Su libro es casi un prontuario. ¿Quieres hablar con Peter de pasión, de belleza de magia, de paisaje? Hazlo así. Hay un capítulo y una propuesta para cada una de estas genuinas preguntas.
Algunos de los textos son sumamente cortos pero encierran una enseñanza al menos. Pensar, hablar y construir la arquitectura supone distintas capas que parece ir desentrañando. Las inquietudes comunes y poco comunes entre el gremio aparecen y Zumthor las deduce, las acomete, las explica para sí mismo, y mientras las revela a los demás: “La tarea artística de la arquitectura consiste en crear esa espera sosegada, pues la construcción en sí nunca es algo poética”. Los 10 capítulos del libro se pasan volando pero no es una lectura ligera. Es decir, hay profundidad en el pensamiento, sensibilidad y honestidad en sus enfoques.
Capilla campestre del Hermano Klaus, Wachendorf, Eifel, Alemania, 2007 | Foto: Walter Mair
De la nieve a los reflectores
A grandes trazos ya planteamos de qué nos habla en esta nueva edición y por qué pero, y a todo esto, ¿quién es Peter Zumthor? Cuando fue galardonado con el Pritzker, se describió en pocas palabras su perfil: “Durante 30 años ha radicado en la remota villa de Haldenstein en las montañas suizas, apartado de la efervescencia de la actividad en la escena internacional de la arquitectura. Ahí, junto con un pequeño equipo, él desarrolla edificios de gran integridad, libres de la popularidad o la moda”. Entre otros, el italiano Renzo Piano, el finlandés, Juhani Pallasmaa, el chileno Alejandro Aravena y el japonés Shigeru Ban (Pritzker 2014) fueron parte del jurado que reconoció al alpino.
Refugio para hallazgos arqueológicos romanos, Chur, Graubünden, Suiza, 1986 | Foto: Helene Binet
De acuerdo con el sitio www.pritzkerprize.com, se inició con su padre en la fabricación de cómodas y roperos hacia finales de la década de 1950. Estudió después en la Kunstgewerbeschule, Vorkurs and Fachklasse (Escuela de artes y oficios) de Basilea, Suiza, y se especializó en diseño en el prestigiado Pratt Institute de Nueva York. Trabajó varios años en el Departamento de Preservación de Monumentos en Graubünden (también en Suiza) y ahí fue proyectista, restaurador consultor y analista de villas históricas hasta 1979, año en que abre su propia oficina.
En sus creaciones, son la dedicación, la calidad y la sensatez de las propuestas espaciales las cualidades que las hermanan. Aunque presentan cierta sobriedad, cierto monocromatismo, estos aspectos exhiben belleza, armonía y un trabajo profundo que puede apreciarse muy pronto.
El protagonismo, por lo tanto, lo tienen sus materiales, su creación, pero no él. Es un arquitecto que trabaja para lograr una meta, no una portada.
Termas de Vals, Graubünden, Suiza, 1996. Foto: arqnoctambula.files.wordpress.com
Desde fines de los años 80 acumula más de una docena de premios importantes, siendo más de la mitad de ellos locales: suizos, alemanes, italianos. En 1998 dio el salto hacia lo internacional en materia de medallas y gana el Premio Mies van der Rohe o el European Union Prize for Contemporary Architecture por su aclamado Museo de Arte de Bregenz, Austria. Esto le vale atraer miradas hacia su trabajo personal que ya abarcaba dos décadas al momento.
Ocupa el concreto con gran desenvoltura pero la madera le ha valido también guirnaldas. En su texto, Las Casas de Leis, que pertenece al capítulo final de Pensar la arquitectura, se da oportunidad de bromear así sobre su matrimonio que le ha dado tres hijos: “Annalisa siempre había soñado con vivir en una casa de madera. Cuando me hablaba de ello, me daba la impresión de que se refería a una casa íntima en las montañas donde ella viviría sola”.
Museo de Arte de Begrenz, Austria. Fachada, 1990 | Foto: absolutaustria.com
Desde entonces al menos media docena de galardones han sido otorgados a su obra, que incluyen el Praemium Imperiale de Artes de Japón y apenas el año pasado la Medalla Real de Oro del RIBA (Royal Institute of British Architects).
Zumthor recibiendo el máximo galardón de manos de Tom Pritzker en 2009 | Foto: media.utsandiego.com
Werkraumhaus Bregenzerwald, Casa Taller, 2008-2012 | Foto: Adolph Bereuter | zumthor.tumblr.com
El suizo disfruta su momento. Es un individuo espiritual que se permite la melancolía, el recuerdo, la reflexión. Aunque sus ojos azules, su barba y cejas blancas acomodados en un rostro solemne puedan declarar seriedad, se da el tiempo de sonreír de vez en cuando. Pasando de lo bonachona a lo severa, ésa faz denota otro de sus pensamientos: “Mediante mis obras no intento querer producir emociones, sino dejar que las emociones se expandan”. Como si realizara aquellos muebles de su juventud con su padre, Peter sigue cuidando la fineza, las medidas y los acabados con la precisión de un ebanista. Su herramienta principal no se ha desgastado: un pensamiento organizado y en constante ebullición.
“[...] estoy convencido de que un buen edificio debe ser capaz de absorber las huellas de la vida humana y que, con ello, puede adquirir una riqueza especial”. | Foto: neuesstadttorisny.de