Juhani Pallasmaa > Un finlandés que piensa con los poros > Por Alain Prieto Soldevilla
23/03/2014
Arquitecto, diseñador, catedrático, conferencista, Pallasmaa es autor de algunos de los libros de GG más apasionantes para leer, como el recién llegado “La imagen corpórea”
Juhani Uolevi Pallasmaa nació el 14 de septiembre de 1936 en la ciudad de Hämeenlinna, Finlandia. Es arquitecto por la Universidad Tecnológica de Helsinki de la que fue profesor desde 1991 hasta su retiro. También fue director del Museo de Arquitectura de Finlandia. Desde 1983 dirige su despacho que en buen finlandés se dice: Arkkitehtitoimisto Juhani Pallasmaa Ky.
Además de su trayectoria como arquitecto que se remonta a la década de 1960, con obra mayormente hecha en su patria y en los países escandinavos, además de una serie de diseños para diversas instituciones de Etiopía —país en donde también dio clases—, es conocido en buena parte del mundo por sus textos donde habla de arquitectura y la manera de asimilarla y palparla.
Como autor y constructor, Pallasmaa indaga en las sensaciones que producen los edificios en quien los habita y contempla. En sus libros aparecen pocas plantas, pocos cortes y una que otra fachada o detalle interesante, conocidos o no.
En cambio pueden encontrarse una pulga, un mimo, una persona bajo la lluvia, un bosque, un cuadro de Rembrandt, Einstein escribiendo en un pizarrón o hasta el Partenón visto de muy lejos. De esta manera, un enfoque más espiritual puede leerse sin antecedentes. Esto hace a sus escritos accesibles a todas las personas que tengan algo de curiosidad en comprender los espacios y los mensajes que estos proyectan. Prueba que puede aprenderse a ver y sentir poniendo atención a lo que un lugar pueda comunicarnos.
En su más reciente libro La imagen corpórea, imaginación e imaginario en la arquitectura (Editorial Gustavo Gili, 2014) http://bit.ly/1htbPFD Pallasma habla de la peligrosidad de exaltar lo virtual, una preocupación sobre el trabajo concreto del arquitecto: “En un mundo cada vez más transformado en ficción por una arquitectura de la imagen comercializada y por la atractiva y seductora arquitectura de la imagen retiniana, la tarea del arquitecto crítico, profundo y responsable es crear y defender el sentido de lo real”. Por eso la propia portada de este título muestra la asociación del espacio con el cuerpo de su morador, una ilustración de Louise Bourgeois que se llama “mujer casa”, insertada en lo que el autor llama La arquitectura y el cuerpo.
Pero la mejor aportación de este volumen podría ser entender más cosas del mundo diario a través de la explicación de la arquitectura y su impacto en nuestras vidas. Entendiendo cómo trabajan las imágenes en nuestra imaginación, puede entenderse mejor la manera en que captamos ideas y desarrollamos cosas.
Así, el ejército de imágenes que bombardean al espectador va desde los medios visuales masivos, las redes sociales, el internet y los impresos hasta la misma calle como cartel extendido de lo que vemos. Cómo nos sentimos ante esos estímulos, qué nos producen y qué hacemos con ellos es una de las interrogantes. Pallasmaa está interesado en esa parte y la va platicando en forma comprensible: “Vivimos en el mundo del espíritu, las ideas y las intenciones humanas, pero existimos también en el mundo de la materia bajo las cantidades y las cualidades del mundo físico. Disponemos de dos domicilios, lo que constituye una singularidad existencial: uno se encuentra en la historicidad y el continuum de la conciencia y la emoción humanas, y el otro en el mundo de la materia y de los fenómenos físicos”.
En cuanto a la arquitectura que repasa en La imagen corpórea, se asoma hacia ejemplos del propio Luis Barragán, de Louis I. Khan, de Alvar Aalto (su admirado compatriota), de Peter Zumthor, de Frank Lloyd Wright, de Tadao Ando, de Mies van der Rohe, del infaltable Le Corbusier y una lista larga que analiza por diferentes causas. Del mexicano dice: “Los espacios arquitectónicos de Luis Barragán se acercan a espacios pictóricos imaginarios, pero son siempre espacios para la habitación y la actividad del hombre…”
En una frase podría también concentrarse uno de los objetivos más didácticos del libro y una de las inquietudes más profundas de Pallasmaa: “el papel de la arquitectura no consiste solo en proponer un cobijo físico, en ser soporte de las actividades y en estimular el placer de los sentidos […] los edificios también son extensiones proyecciones mentales, externalizaciones de nuestra imaginación, de nuestra memoria y nuestras capacidades conceptuales”.
Y si llega a ocupar la filosofía es sólo para probar ideas simples. En el espíritu finlandés, la forma de aproximarse a la vida diaria se basa en la naturaleza de su tierra y la manera en que aprenden a vivir con ella. Desde ahí lanza sus propuestas.
En Los ojos de la piel (Editorial Gustavo Gili, 2006) dice Pallasmaa: “yo le presto mis emociones y asociaciones al espacio, y el espacio me presta su aura, que atrae y emancipa mis percepciones e ideas”. Aquí, incluso habla de rescatar La dimensión oculta, un libro de Edward T. Hall que explora el papel que tienen los sentidos en nuestras culturas, pero que “lamentablemente, parece que los arquitectos han olvidado”. Entre palabras de colegas, pintores, filósofos, poetas y hasta grandes personalidades como la activista y escritora sordo-ciega Helen Keller, construye un ambiente que busca explicar lo táctil y lo sensorial a toda costa.
(En espera de la nueva edición)
Pero el arquitecto no sólo escribe, aunque por ello resulta más conocido. Para hablar también hay que hacer: Pallasmaa fue el arquitecto en jefe del aplaudido Kamppi Center en Helsinki (inaugurado en marzo de 2006), el mayor desarrollo en un solo predio en la historia de Finlandia. La obra comercial y residencial, también implicó la revitalización del distrito Kamppi en el centro de la capital finlandesa, así como la solución de terminales y estaciones de transporte público.
Se ha dicho que la marca ‘estructuralista’, lógica y racional de Pallasmaa, es la que da su aspecto a este conjunto donde la luz y la solidez son constantes no contradictorias sino complementarias.
Otras de sus obras como el Residencial de Ruoholahti (1990), donde aporta el canal, las áreas verdes, puentes y muebles e iluminación en exteriores, o su Institut Finlandais (1986-1991) en París, Francia (abajo), exhiben las normas que Pallasmaa ha construido en sus textos: transparencia, comunicación del objeto con el visitante, apreciación de la textura, sentido y utilidad.
El hilo puede seguirse en otra de sus educativas publicaciones, La mano que piensa (Editorial Gustavo Gili, 2012)http://bit.ly/1htciI4. En ella, le interesa revisar la espontaneidad de los actos que realiza el cuerpo con su memoria genética sin mediar una orden del cerebro al menos consciente. También invita a redescubrir esta parte de la ‘sabiduría’ propia del ser, no en el plano intelectual sino en el intuitivo y enfocarla a la creatividad: “La modernidad ha estado obsesionada por la visión y suprimido el tacto”. Conceptos y capítulos como ‘La mano misteriosa’ o ‘La mano que dibuja’, así como ‘El pensamiento corporal’, saludan entre sus páginas.
En resumen, podríamos hablar de una trilogía literaria sin duda atrapante: cuerpo, piel y manos alineados para mostrar que hay más que lo meramente utilitario. Que el creativo debe abrir puertas en su imaginación y aterrizarlas exitosamente en un plano más tangible, e imprimirle a sus obras un sentido que respire a través de cada una de las fibras que ha levantado.