‘Historia de la arquitectura mexicana’ de Enrique X. de Anda >El argumentado mosaico de una maravillosa disciplina > Por Alain Prieto Soldevilla
06/11/2013
Conducir a buen puerto un repaso de tantas épocas, la revisión de complejidades socioeconómicas y culturales, así como una selectiva cronología de estructuras significativas, es la faena que Enrique X. de Anda consiguió en ‘Historia de la arquitectura mexicana’. Qué ambicioso y qué difícil es concentrar siglos, estilos, autores y al mismo tiempo retratar un análisis de la producción arquitectónica nacional, sin perder el hilo.
El rompecabezas que resuelve este arquitecto e historiador del arte, es una guía de gran valor para documentar la riqueza indudable de los constructores de ciudades y de los ejemplares arquitectónicos insertos en toda clase de contextos. Así, parece fácil ligar lo prehispánico con lo virreinal; lo académico y colonial con lo revolucionario y post revolucionario, hasta llegar a nuestros días. Una dosis de reflexiones valida el proceso y apuntala la investigación que se concentra en este libro.
Son ya 18 años que ha formado parte del catálogo de Editorial Gustavo Gili y la arquitectura sigue mutando y a la vez conservando buena parte de lo elemental. Con ocasión de esta Tercera edición ampliada 2013, el autor nos dice que “en particular en el segmento recién incorporado, el lector encontrará más explicaciones de la circunstancia social vinculada a la arquitectura que descripciones de obras por su atractivo morfológico”. Esto se agradece, porque no hay un afán de enaltecer si este o aquel son edificios bellos y excepcionales, sino que hay un interés manifiesto en comprenderlos en su lugar y en su momento. Esto permitió reflejar la evolución de las formas y los materiales sucedidos en las últimas dos décadas en nuestro país. En ocasiones puede atestiguarse en el transcurso de los capítulos cómo experimentados arquitectos en activo, concretamente Francisco Serrano y Teodoro González de León, han ido también escalando sus proyectos en concordancia con las distintas exigencias históricas.
Otra virtud es la descentralización de los inmuebles citados: muchos se encuentran fuera de la Ciudad de México, si bien una buena cantidad de capitalinos son inevitablemente referidos.
Pero también abre ese horizonte del viajero y el descubridor. Lo mismo se encuentra el Claustro de Cuitzeo, Michoacán; la Casa del Inquisidor en San Miguel de Allende, Guanajuato; la Parroquia de la Virgen de Ocotlán en Tlaxcala, que la Casa Humboldt en Taxco, Guerrero, o la Casa del Alfeñique en Puebla, por citar ejemplos pertenecientes a la época de la Colonia.
Gran parte del material fotográfico que ilustra este título, además, proviene del ojo de De Anda. De pronto se mira el libro, en cierta manera, autobiográfico. Ahí ha estado y ha podido sentir bajo sus pies o sobre su cabeza las arquitecturas que descifra.
También se da tiempo de rescatar a arquitectos trascendentes pero con escasos reflectores apuntados hacia sus carreras. Un ejemplo nítido es Orso Núñez, de quien poco se habla, y sin embargo su emblemático Centro Cultural en la Ciudad Universitaria, que incluye la icónica Sala Nezahualcóyotl, proyectada en colaboración con Arcadio Artis, ocupa su lugar en la “Quinta década”
Ciertamente, también habrá la garantía de encontrar los edificios infaltables en toda reseña que se precie de ser seria. Más elementos aún encontrará cada lector o investigador que, o bien tendrá el placer de descubrir un poco más de aquello conocido, o bien la dicha de hallarse de pronto ante algún descubrimiento al fin desentrañado.