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Cumpleaños 105 > Niemeyer: El hombre patrimonio > Por Alain Prieto Soldevilla

Propiedad de los brasileños y del mundo, su apasionada existencia permanece vital en la arquitectura que inventó.

El Palácio da Alvorada, residencia presidencial, es uno de los destinos más conocidos de Brasil. En esta imagen de 1958, su creador posa con un plano. (Arquivo público do Distrito Federal)

No hay precedentes localizables para hablar de un arquitecto cuyo éxito sostenido comprenda ocho décadas de sus más de 10 de vida. ¿Cómo abarcar este universo para delinear de la manera más justa posible al ser humano protagonista de esta particular historia? Lo cierto es que toda reseña acerca de él será o parecerá incompleta.

Con su salud ya quebrantada dimos inicio a esta semblanza, e infortunadamente, 10 días antes de alcanzar su 105 aniversario, nos ha dejado con la ilusión de festejarle en vida.

Pero hablemos en presente, tiempo en el que él todavía participa… y de qué manera.

En 2010 concreta una más de sus joyas por la que no cobró ni un centavo: el Centro Niemeyer en Ravello, Italia. Criticado por la mala calidad de ejecución de obra, cita el portal español lne.es que fiel a su costumbre el propio Niemeyer escribe al promotor de esta aventura, Domenico de Masi —un reconocido sociólogo— para pedirle “que en su nombre vigilase el estado actual de su creación”. En este proyecto de 16 millones de euros, la evolución en sus formas y trazos es clara en la arquitectura que ha desarrollado en la presente década. No ha dejado de imaginar bellas y atractivas intersecciones. El paisaje es desde luego para Niemeyer un elemento que abrazar para hacerlo suyo y ponérselo enfrente a quienes viven sus ideas y disfrutan sus edificaciones.

   El Centro Niemeyer en Ravello, Italia, incorpora un vistoso ventanal con vista a un acantilado. (Roberto Salomone | Tomado de AFP Images)

La mente de Oscar es algo envidiable. La libertad de sus trazos y su preocupación por las sensaciones que deben experimentar las personas dentro o alrededor de sus maquilas, de alguna manera las convierte en lugares eficientes. No son esculturas necias con ventanas y puertas, son objetos comprensibles y amables; arquitectura en su más pura concepción. De ahí que la calificación de o maior arquiteto do mundo sea tan alta y tan aceptada de Brasil a España y de Argelia hasta Inglaterra.

Demasiado original, este auténtico hit-man se las arregla para gustar con sus nuevas y antiguas composiciones. Se dice que en una hora resuelve un proyecto al igual que Mozart creaba una pieza. A escala natural, en cada estructura que ha levantado están presentes la simplicidad y personalidad de sus bocetos. Los habitantes de estos esquemas, encuentran el cobijo y la tersura de un trabajo dedicado y la demostración de una idea que vive joven en el casi eterno concreto.

Oscar Niemeyer ilustra cómo concibe sus estructuras en el auditorio del periódico Folha de São Paulo en 1984. (Ubirajara Dettmar | Tomada de Folhapress)

 

Vanguardista

Al igual que Frank Lloyd Wright, Oscar Niemeyer es un adelantado a su tiempo. Ha pensado y construido desde hace 70 años lo que aún ahora se considera osado. Muy contados —por decir cinco— como Félix Candela, Pier Luigi Nervi, Kenzo Tange, UnStudio o Santiago Calatrava, han logrado semejante expresividad en concreto armado, muy al estilo de cada quien.

Pero da la sensación de que Oscar no se esfuerza demasiado, conoce el oficio del diseño como pocos. Cúpulas —grandes o medianas—, variedad de curvas, objetos muchas de las veces blancos y acentos de color, son característicos en su obra. Exteriores e interiores exhiben una plástica bárbara sin decoraciones ociosas, con alturas múltiples y donde constantemente aparecen las rampas, tan esenciales en su obra. Baste mencionar el Serpentine Gallery Pavilion en Londres (2003), donde una curva colgante y dos tramos rectos inclinados moldean una cubierta fuera de serie. El edificio parece flotar sobre el pasto y su unión a tierra es una suave pendiente roja. Este rasgo común en Oscar es de necesaria mención, dado que supone una muy temprana idea de accesibilidad que ya practicaba desde la década de 1940 y que hasta medio siglo después se volvió materia de estudio y obligación entre la mayoría de los arquitectos.

La ausencia de bardas o cercas en cada obra de Niemeyer es una declaración de pertenencia para la sociedad a la que sirven sus edificios. (Cortesía: Serpentine Gallery Pavilion 2003 by Oscar Niemeyer)

En buena parte de la arquitectura contemporánea puede encontrarse la mano de Oscar, quien ha influido positivamente en la forma de pensar y resolver dilemas de espacio y construcción: “Cuando se tiene un gran claro que cubrir en concreto armado, la curva es la solución natural. Así que la primera fase fue la liberación de la curva en la arquitectura”, defendía.

El espacio bajo cubierta, atrapa el exterior mediante la ventana elíptica del bar. (Cortesía: Serpentine Gallery Pavilion 2003 by Oscar Niemeyer)

 

El temprano siglo en que nació

Dicen que un niño que sobrevive se convierte en un adulto creativo. Pero regresemos 105 años en el tiempo para comprobarlo. En la casona de sus abuelos paternos, vecinos de clase alta en Laranjeiras, un distrito de Río de Janeiro, nace Oscar Ribeiro de Almeida de Niemeyer Soares, el domingo 15 de diciembre de 1907. Un niño activo, talentoso y orgulloso de su barrio, siempre nombraría con cariño y añoranza aquellos orígenes suyos. Para Oscar, algunas de sus travesuras como no ir a la escuela para jugar futbol todo el día, escaparse a la playa, o ya de jovencito frecuentar un prostíbulo (cosa que nunca ocultó), son parte de la formación de quien ha sido considerado el mejor arquitecto del siglo XX y desde luego, uno de los mejores de la historia.

Es delgado y bajito (alrededor de 1.60 m), con cejas gruesas, boca firme, prominente mentón, ojos penetrantes y pacíficos y con una voz especialmente cálida que en su natal portugués tiene el don de transmitir la más pura calma. En un especial para el canal People & Arts, cuenta que eligió el Niemeyer alemán porque era diferente: “A pesar del nombre, soy una mezcla de cuatro razas; tal vez haya un negro o un indio en la familia, no lo sé. Yo soy un mestizo, y a mucha honra.”

En 1928 se casó con Annita Baldo, la guapa hija de unos inmigrantes italianos. Comprendiendo su nueva responsabilidad trabaja en el taller de tipografía de su padre y al siguiente año comienza a estudiar arquitectura. En 1930 la pareja recibe felizmente a su única hija: Anna María. Aunque al principio no era muy asiduo a la escuela, y su esposa le ayudaba con los trabajos escolares mientras él continuaba trabajando, poco a poco fue dedicándose más en serio a la arquitectura, con la aprobación de su padre.

Un momento feliz con la pequeña Anna María hacia 1936. (Tomada de Arqhys.com)

Para 1932, comienza a trabajar gratis en la firma de Lúcio Costa y Carlos Leão, puesto que más que ganar dinero buscaba “disipar sus dudas de estudiante”. Dos años después se recibe en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Río de Janeiro y, a partir de entonces, el Niemeyer que todos habríamos de conocer comienza su formidable carrera.

Oscar y su esposa Annita Niemeyer en su Casa das Canoas o Casa Niemeyer. (LIFE Magazine, 1953 | Tomada de Bibliotecadearquitecto.blogspot.mx)


Algo de suerte

Más tarde, el despacho de sus mentores se asocia en el proyecto del Ministerio de Educación y Salud en Río de Janeiro (1936), ni más ni menos que con Le Corbusier. Oscar transportó el desplante del edificio hacia el centro del terreno y aumentó al doble la altura de la columnata del acceso, dándole la jerarquía y la monumentalidad que no tenía. La anécdota cuenta que el joven arquitecto no había dicho que eran suyas las correcciones y que al descubrirse él mismo tiró su croquis por la ventana, como no queriendo contrariar al maestro. Pero Costa mandó a recogerlo de la calle, lo rescató y fue la base de la obra. Un fortuito atrevimiento de Niemeyer le abrió las puertas en el mejor momento.

Cuatro años después, Juscelino Kubistchek, entonces alcalde de Belo Horizonte y a la postre presidente de Brasil, encargaba a Oscar un pedido dilatado por meses que revive y solicita literalmente “para mañana”. La idea era crear un centro comunitario que incluyera un casino, un club, un restaurante y una iglesia. Aquella noche Niemeyer no duerme y proyecta en su habitación de hotel. Gusta su propuesta, se lleva a cabo y es su primer gran éxito en solitario. Para el proyecto, conocido como Conjunto Pampulha, convoca a colaboradores e integra las artes plásticas a la arquitectura, en lo que ha sido considerado un Renacimiento brasileño.

Iglesia de San Francisco de Asís, Pampulha. Aun terminada, no se oficiaron misas ahí sino hasta seis años después, porque sus novedosos volúmenes rompían con lo tradicional. (Reprodução/TV Globo)


Tras la Segunda Guerra Mundial, es invitado por Le Corbusier en persona para agregarse al equipo que desarrollaría la sede de la recién creada Organización de las Naciones Unidas (ONU), en Nueva York. Esa experiencia le daría una enorme visión para que una década más tarde ensayara todos sus conceptos en medio de la selva con la creación de una ciudad entera: Brasilia.

Frente a la maqueta de Manhattan con el proyecto de la ONU. El segundo de izquierda a derecha es Le Corbusier, de lentes y corbatín. Niemeyer al centro de traje gris.(UN Photo, 1947)

 

Preservando al genio

La amistad con Kubitschek —presidente de Brasil entre 1956 y 1961—, permitió a Oscar co-dirigir con su amigo y ex jefe Lúcio Costa la planeación y edificación de Brasilia, entregada en 1960. El régimen militar impuesto en 1965 en su patria, supuso el exilio de Juscelino, Oscar y muchos más, mismo que se prolongó quince años y desde el cual el arquitecto siguió produciendo extraordinarios inmuebles en Francia, Italia y otros países.

Cámara de diputados y Torres de oficinas del Congreso, inaugurados en 1960. Al fondo, edificios gubernamentales también concebidos por Niemeyer. (© UNESCO, 2010. Ron Van Oers)

Desde hace 25 años su máxima creación es Patrimonio Cultural de la Humanidad, declarada así por la UNESCO. Toda intervención en los espacios y edificios que Costa y Niemeyer planificaron en la capital brasileña, transcurre por un riguroso procedimiento. Pero su obra protegida no termina ahí: en gran medida es la Fundación Niemeyer, creada en 1988 (año en que Oscar recibe el Pritzker) y actualmente dirigida por su nieta, Ana Lúcia Niemeyer de Medeiros, la que ha promovido contra viento y marea la protección y difusión del entero de la obra del arquitecto, y en general de las artes modernas.

El Museo Nacional Honestino Guimarães, fue Inaugurado en el cumpleaños 99 del arquitecto (2006) y forma parte del Complexo Cultural da República João Herculino.(© UNESCO, 2010. Ron Van Oers.)

 

Niemeyer en la vida diaria

¿Que el arquitecto tuitea? Bueno, sí… pero no. Lo que ocurre es que al menos tres cuentas en Twitter se han apropiado de su nombre y en Facebook cuatro perfiles portan su retrato. Pero si de ser social y socialista trata, pocos pueden compararse con el brasileño. En una de las muchas entrevistas que pueden hallarse en YouTube, a veces a ritmo de samba o de bossa-nova, resume su visión incluyente y equilibrada: “Es necesario soñar un poco, pero soñar a lo grande. Soñar tomados de la mano con el pueblo.”
Oscar en su estudio de Avenida Atlantica número 3940, frente a la playa de Copacabana en Río de Janeiro. (Bernardo Gutiérrez | Tomada de Folha Press/G1.globo.com)

Permeando en otros ámbitos, existe incluso al menos una pieza musical, la del dúo franco-chileno Del Wire, intitulada sencillamente “Oscar Niemeyer”. Este mismo año la marca de tenis Converse lanzó una línea con su nombre.

 

Ciclos cumplidos

Una vida tan larga podría ser envidiable. Pero el generoso tiempo también ha traído sucesos que han acortado su felicidad. Su compañera por 76 años, Annita, fallece en 2004 al igual que su hermano menor Paulo Niemeyer, famoso neurocirujano. Oscar vuelve a casarse en 2006 con Vera Lúcia Cabreira —39 años menor—, quien fuera su asistente por décadas. Pero apenas en junio pasado, su hija única y diseñadora de interiores, Anna María Niemeyer, dio su último aliento a la edad de 82. Cinco nietos y una importante cantidad de bisnietos y tataranietos forman la familia.


Durante una visita al Palácio da Alvorada en marzo de 2003, casi en el mismo punto donde fue retratado 45 años atrás. (Ricardo Stuckert/PR | Tomada de Agéncia Brasil)

A pesar de que en el último lustro los temas de salud lo han aquejado constantemente, es admirable cómo se las ha arreglado para seguir trabajando aunque emplea con frecuencia una silla de ruedas. Reducido físicamente y mermado por una serie de problemas renales y respiratorios, ha requerido atención médica en diferentes ocasiones durante los últimos meses. Desde noviembre, todavía revisó algunas cosas en el hospital y prácticamente lo hizo hasta su partida.

  En su estudio comentando con sus colaboradores algunos planos para su obra londinense. (Cortesía: Serpentine Gallery Pavilion 2003 by Oscar Niemeyer)

Editor (su revista Módulo vivió 24 años en dos épocas), profesor, activista, perseguido político, escultor —apenas en 2010 entregó al ex futbolista Pelé el diseño de un monumento a su carrera deportiva. El estimado arroja que diseñó al menos para 20 países incluido México, ya que en 1970 realizó un aeropuerto para la ciudad de Colima que nunca llegó a construirse.

Sus números son sorprendentes: alrededor de 200 obras edificadas en una docena de naciones y cerca de 650 proyectos concebidos; decenas de libros sobre su trabajo en gran cantidad de idiomas.

Oscar, quien nunca se sintió importante, ha merecido un funeral de Estado. Gilberto Gil, exministro de cultura y brillante músico, siempre opinó que “Niemeyer representa el reconocimiento de la arquitectura por el alma brasileña”.

Los Dragones de la Independencia presentan honores en el Palacio do Planalto (la oficina presidencial diseñada por Niemeyer) el 6 de diciembre de 2012. La despedida del arquitecto fue una reunión popular de gran sentimiento. (AFP PHOTO/Evaristo SA. | Tomada de noticias24.com)

La despedida oficial ocurrió en Planalto, una de sus más aplaudidas creaciones, y por un día mausoleo de tintes cariocas donde cierta orfandad se impone. Concluyeron siete días de luto decretados por la presidente Dilma Rousseff, pero realmente no ha muerto Niemeyer. Las generaciones que vienen también gozarán su herencia, y están aún por descubrirlo.

GG recomienda:

www.niemeyer.org.br
www.guiabsb.com.br/pontos-turisticos
g1.globo.com/pop-arte

Alan Hess: Oscar Niemeyer. Casas. Editorial Gustavo Gili, 2012.