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Nota del editor

¡1966!

1966 fue un año clave para la teoría de la arquitectura de la segunda mitad del siglo xx. Es probable que entonces nadie se percatara de ello, pero en ese año se publicaron dos importantísimos textos sobre la disciplina que acabarían teniendo una enorme influencia en la arquitectura que vendría a continuación, influencia cuyos rastros pueden sentirse todavía hoy.

En 1966, el Museum of Modern Art de Nueva York (MoMA) inauguraba una colección de libros de arquitectura, independiente del programa del museo, titulada Papers on Architecture. El primer título de la colección fue el ya mítico libro de Robert Venturi Complejidad y contradicción en la arquitectura, un trabajo que, según el autor de su introducción, Vincent Scully, “probablemente sea el texto más importante sobre la producción de arquitectura desde que Le Corbusier publicara Hacia una arquitectura en 1923”.

A este lado del Atlántico, y también en 1966, la editorial italiana Marsilio publicaba dentro de la colección Biblioteca di Architettura e Urbanistica el libro de Aldo Rossi La arquitectura de la ciudad, una obra que considera la ciudad como una arquitectura más; en palabras del propio Rossi: “Al hablar de arquitectura no quiero referirme solo a la imagen visible de la ciudad y al conjunto de sus arquitecturas, sino más bien a la arquitectura como construcción, a la construcción de la ciudad en el tiempo”.

No es este lugar para extenderse en la importancia de estos dos libros clave, pero, desde dos lugares y culturas muy diferentes, en 1966 se estaban planteando las bases para una ruptura crítica de los fundamentos de la arquitectura del movimiento moderno. Desde Estados Unidos, Venturi hablaba de la indisoluble asociación entre forma y significado, reintroduciendo en el discurso arquitectónico el valor simbólico de la arquitectura, tan denostado por el movimiento moderno. Desde Italia, Rossi no solo hablaba de la ciudad como construcción en el tiempo, sino que introducía temas clave como la relación entre el tejido y el monumento en la ciudad, la memoria colectiva o la cuestión tipológica, que también habían sido ignorados durante la modernidad. Ambos añadían nuevas capas de significado a la arquitectura de un movimiento moderno que por entonces parecía haber agotado sus bases, y ambos fueron leídos con atención (en numerosas traducciones) tanto por el mundo académico como por los profesionales en práctica.

Pero dejemos de un lado a Venturi y centrémonos en Rossi. En las mismas fechas en que publicó el que probablemente sea su libro más importante, La arquitectura de la ciudad, donde intentaba “ordenar e inducir los principales problemas de la ciencia urbana cuyos vínculos e implicaciones la relacionan con el resto de ciencias humanas”, Rossi estaba intentando armar una teoría similar aplicada al proyecto de arquitectura.

Aparentemente esta tarea quedó inconclusa, o al menos no vio la luz como un estudio extenso en forma de libro, pero sí que aparece veladamente en unos ensayos cortos. La idea de esta compilación de textos es rescatar aquellos posibles rastros que nos pudieran dar pistas de por dónde podría haber discurrido ese hipotético estudio sobre la teoría de proyecto. Los dos primeros textos que aquí se presentan —“Arquitectura para los museos” y “Tipología, manualística y arquitectura”— también datan, curiosamente, de 1966, y en ambos casos se trata de documentos inscritos dentro de la labor académica que Aldo Rossi estaba desempeñando por entonces en el Istituto Universitario di Architettura de Venecia (IUAV). En ambos textos Rossi esboza una posible teoría del proyecto de arquitectura, que él mismo sostiene que es una “prioridad incontestable” para cualquier programa académico de una escuela de arquitectura, y donde se debate entre conceptos ya abordados en su libro La arquitectura de la ciudad —como la importancia de la cuestión tipológica y el análisis de los monumentos—, pero introduciendo, casi tímidamente, un nuevo y fundamental ingrediente: el valor subjetivo, casi autobiográfico, del artista (y, por ende, del arquitecto). “Es impensable que al hacer esta o aquella arquitectura concreta no queramos expresar también otra cosa distinta, algo nuestro”. Así pues, su discurso basado en fundamentos lógicos y racionales se tambalea al introducir un componente subjetivo más escurridizo e inasible. Y es ahí donde Rossi reconoce que el primer principio de una teoría es “la obstinación con respecto a algunos temas, y que precisamente es propio de los artistas, y de los arquitectos en particular, centrarse en un tema que hay que desarrollar, llevar a cabo una elección dentro de la arquitectura y siempre intentar resolver el problema”.

Como complemento a estos dos primeros textos, hemos creído oportuno añadir otro texto posterior (que data de 1970), en el que Rossi aplica esta posible teoría para explicar dos proyectos suyos, ambos de vivienda colectiva, el de San Rocco, en Monza, y el del barrio de Gallaratese, en Milán.

Con este esbozo de teoría del proyecto de arquitectura, este libro intenta servir de puente entre el gran estudio teórico de Rossi, La arquitectura de la ciudad, y el otro gran libro que publicó, Autobiografía científica, unas notas biográficas, casi a modo de memorias, en las que, como si quisiera aplicar esa teoría del proyecto a diferentes arquitecturas ajenas, se las apropia y las describe como si fueran suyas.

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Copyright de la edición: Editorial Gustavo Gili SL