¡Tienes en tus manos el libro para recrear a los personajes de la banda de crochet más famosa y divertida! Sus protagonistas son Pedro Von Dito Cerdito, Audrey Gacela, Hugo Murciélago, Gertrudis Dragona y los demás integrantes de Pica Pau inventados por Yan Schenkel, la diseñadora de personajes más ingeniosa y ocurrente del mundo craft.
Técnicas básicas: incluye lo fundamental para iniciarte en el crochet, desde los puntos habituales hasta las técnicas más imprescindibles para tejer miniaturas. ¡Un libro ideal tanto para crochetistas principiantes como experimentados!
20 personajes: un explorador, una escritora gastronómica, un urbanita neorural, una marinera… Empápate del universo Pica Pau y crea veinte animales de crochet cada uno con su original historia. ¡Abrirás las puertas a tu propia imaginación!
Patrones originales: Schenkel comparte con todos nosotros sus conocimientos, secretos e información detallada, punto a punto y foto a foto, de cada patrón. ¡Imposible perderse!
Y cuando hayas tejido algún Pica Pau con los patrones de este libro ¡comparte tus creaciones en Facebook o Instagram con la etiqueta #animalfriendsofpicapau!
Índice
INTRODUCCIÓN
MATERIALES Y HERRAMIENTAS
Aguja de crochet o gancho
Morfología de una aguja de crochet
Tamaños/numeración
Conversiones de las agujas de crochet
Materiales
Hilos
Fibras naturales
Fibras sintéticas
Grosor/peso
Otras herramientas y materiales
esenciales
Agujas para coser lana o de tapicería
Alfileres
Tijeras
Marcadores de puntos
Relleno
Rasgos faciales
INTRODUCCIÓN AL CROCHET
Sujetar la aguja de crochet y la hebra
Como un lápiz
Sujetar el hilado
Como un cuchillo
Puntos
Nudo corredizo
01 Punto cadena/cadeneta
02 Punto enano/raso/pasado
03 Medio punto/punto bajo
04 Punto media vareta/punto medio alto
05 Punto vareta/punto alto
06 Punto mota/punto piña
07 Medio punto elástico/punto bajo elástico
Aumentos y disminuciones
Tejer en espiral
Tejer en ambos lados de la cadena base
Cambio de color y unión de hebras
Jacquard
Tapestry
Finalizar el trabajo
Cortar la hebra
Rematar
Bordar
Coser partes
Leer un patrón
Paréntesis y corchetes
Mis patrones
PATRONES
Pedro Von Dito Cerdito
Hans Oso Pardo
Murray Nutria
René Yacaré
Ramón Burro
Lola Panda
Rosa Chita
Víctor Rana
George McOrnitorrinco
Marcos Coatí
Audrey Gacela
Harry Lobo
Héctor Rinoceronte
Charles Pájaro Carpintero
Bony Frailecillo
Hugo Murciélago
Marcia Alpaca
Daniel Jack Russell
Robin Unicornio
Gertrudis Dragona
AGRADECIMIENTOS
INTRODUCCIÓN
Crochet, libros y otras locuras
Naturalmente, no nací sabiendo tejer a crochet. Tampoco tuve la suerte de crecer en pleno auge de internet. Sin embargo, podríamos decir que tuve un poco de suerte a medias. Crecí rodeada de lanas, hilos, agujas, lápices, cuadernos y cajas repletas de maravillosos tesoros. Mi madre, brasileña, solía anotarse en cuanta actividad craft se pusiera de moda. Era finales de la década de 1980, las modas perduraban un poco más en el tiempo, pero eran prácticamente las mismas que ahora (¡pero sin Pinterest!).
Mi madre cosía ropa, bordaba parches, tejía pullovers, hacía telares e incluso canastas. También tejía un poco a crochet, pero solo puntillas que ponía (y sigue poniendo) en absolutamente cada toalla que teníamos en la casa. Mi madre solía hacer muchas cosas, pero nunca tuvo paciencia para enseñar. Y yo no tenía la capacidad de quedarme quieta ni un segundo ante la imperiosa necesidad de aprender algo, característica que aún conservo. Le sacaba (robaba) hilos, lanas y agujas para intentar imitar lo que hacía. Elegía diferentes hilados, los combinaba y hacía paletas de colores para futuros proyectos que nunca veían la luz del día, pero disfrutaba tanto imaginándolos que no necesitaba mucho más.
Hasta que un día, supongo que cansada de mi insistencia y de la ausencia cada vez más evidente de sus materiales, mi madre me dejó hurgar entre sus preciados libros y revistas de tejido. Y me perdí, con ganas, en sus fascinantes dibujos, textos indescifrablemente mágicos y las mil maravillas que se podían hacer con agujas e hilo.
Con práctica, mucha perseverancia y un notable nivel de testarudez, terminé aprendiendo a tejer, pero solo con dos agujas. Y siempre y cuando mi madre montara los puntos iniciales. En ese entonces, veía el crochet como una actividad que solo servía para decorar cosas poco interesantes de la casa, cosas de mamá y abuela.
Pasaron unos años hasta que tuve, por primera vez, una aguja de crochet en mis manos. Estaba cursando Bellas Artes y tenía una amiga que tejía bolsos, gorros y bufandas entre cursadas. Por primera vez vi el crochet como una técnica que valía la pena aprender. Para no traicionar mi suerte a medias, mi amiga tampoco tenía paciencia para enseñar. Así que volví a los libros de mi madre, esta vez en busca de la parte que siempre me había saltado: los dibujos intrincados de esos nudos imposibles con nombres en francés y aplicaciones de gusto cuestionable.
Así, con mi testarudez intacta y haciendo un gran esfuerzo para entender esos casi jeroglíficos, aprendí a tejer. Algo. Logré tejer algunas piezas (bolsas y bufandas con puntos medio inventados), pero realmente nunca “amé” el crochet en sí mismo. Lo hacía para pasar el tiempo, tejiendo y destejiendo para empezarlo todo otra vez. Lo sé, es difícil de creer, pero no siempre tuvimos smartphones e internet.
Mientras tanto, seguía tejiendo a dos agujas, técnica que adoro y que, personalmente, me gusta más –¡oh, sacrilegio!–, pero que me deja con un tremendo dolor de espalda. En aquel entonces, hace más de diez años, le solía tejer bufandas y sweaters a mi hijo mayor, Simón. Una de esas bufandas me había quedado demasiado corta y, como no conseguía el mismo tono de hilado, le tejí a crochet una especie de botón con forma de oso.
Objetivamente, y a distancia, es un oso horrible. Pero en ese momento había quedado maravillada. No solo había tejido mi primer muñeco a crochet, sino que había descubierto lo que me apasionaba tejer: muñecos a crochet.
Y no me detuve más. Pocos años después, ese hobby imprevisto, lentamente y sin intención, se transformó en mi trabajo de tiempo completo, mi profesión. Tan loca idea como me parecía –y me sigue pareciendo–, terminé siendo tejedora profesional, diseñadora de personajes y hacedora de juguetes. Y, como si ya no fuese lo suficientemente increíble, seis años después de haber tejido mi primer muñeco estaba escribiendo mi primer libro.
Terminé de escribir El mundo de Pica Pau en 2015. Escribir ese primer libro fue casi una locura, mi forma de cerrar un largo capítulo que había comenzado con mis primeros muñecos de crochet en 2009. Y, sin lugar a dudas, fue la experiencia más increíble, desafiante, estresante y gratificante de mi vida profesional.
Si aman los libros tanto como yo, o aunque sea la mitad, probablemente entiendan a lo que me refiero: escribir un libro (aunque sea un libro de muñecos de crochet) es algo realmente GRANDE, y no podía sentirme más feliz. [...]
Copyright del texto: sus autores
Copyright de la edición: Editorial Gustavo Gili SL