2G N.71 E2A
Piet Eckert & Wim Eckert

Texto de la introducción

Acuerdo contradictorio

Los arquitectos, al igual que los artistas, no producen una obra acorde con el orden mundial existente, sino que más bien crean un orden para el mundo. En su disposición permanente, el mundo es la base de la diferencia como una disponibilidad permanente que se pone de manifiesto en una obra. La percepción es el resultado de una concentración dinámica, que a su vez es el producto de la relación adecuada entre redundancia y variedad.

Como fenómeno de reconocimiento y sorpresa constantes, la simultaneidad supera esta unión de diferencias, un intercambio reflexivo entre las expectativas y lo nuevo. La obra yuxtapone su presencia abrumadora al mundo tangible, dividiéndolo en esferas opuestas de realidad. Solo la construcción de un mundo real, en comparación con uno hiperreal, revela la diferencia; un antes y un después, algo que está bien y algo que está mal, como distinción construida. El arte y la arquitectura permanecen atados por las reglas. Cuando consideramos la obra de Piet y Wim Eckert, esta se percibe como una oscilación entre la continuidad y el cambio, la introspección y lo extrínseco, el arte y lo cotidiano. Con el fin de dar con respuestas específicas, su elección de cierto punto de vista resulta ya muy significativa: “Lo no específico, lo normal, lo no ambicioso ya está suficientemente presente”, sostienen los arquitectos.

Quisiera expresar algunas reflexiones más sobre un aspecto concreto de la arquitectura de Piet y Wim Eckert: las maquetas. Según sus propias palabras: “Utilizamos las maquetas en diferentes fases de proyecto. En principio, son tanto un medio de abstracción como un modo de construir referencias: representan una especie de esencia para nosotros. Las maquetas no tienen que ser ‘verdaderas’ ni tampoco una efigie de la realidad. Además, también revelan un modus operandi que deberíamos priorizar a lo largo del proceso subsiguiente de diseño para revelar su esencia”.

El hecho de utilizar una maqueta como base proyectual, unido a la comunicación verbal, proporciona una alternativa concreta de cómo implementar una idea teórica relativa a la arquitectura, en un espacio prelingüístico.

En este espacio de rápida toma de decisiones, que es previo a la arquitectura, no hay cabida para las analogías ni las connotaciones; es neutro y, como espacio arquitectónico paralelo, no tiene necesariamente que ver con el espacio real o construido. Es la antecámara discreta de la arquitectura, donde se producen las decisiones concretas de proyecto. Es el espacio de ensayo y error; es el espacio real de la negociación arquitectónica. Es aquí donde se produce el mayor potencial, no solo para el desarrollo proyectual, sino también para la toma de decisiones, y donde el repertorio de intercambio e intermediación es el más amplio posible.

En la obra de Piet y Wim Eckert, el proceso de creación de esas maquetas de trabajo es el verdadero eje de negociación de sus estrategias proyectuales y, como tal, esa forma de comentario didáctico se convierte en el espacio de percepción de su postura arquitectónica. Por un lado, su búsqueda de espacio se libera de lo superfluo y, por otro, constituye una búsqueda incondicional de (nuevas) posiciones arquitectónicas concretas que finalmente sean capaces de determinar una organización espacial.

Por último, aunque no por ello menos importante, la teoría y la praxis funcionan de manera congruente en su obra, aunque siempre son diferentes: cada solución deja ver mucho más que su forma como una dirección particular o una tendencia dominante. Una selección meticulosa de medio generativo y una intrépida maestría del mismo dan indicios de una comprensión sin límites del espacio entre el proceso proyectual, el objeto arquitectónico y su recepción.

El medio elegido se proyecta no solo en el resultado, sino que, como mecanismo de retroalimentación permanente, también actúa como reflejo concreto de su modo de hacer; en esta fase, constituye el ímpetu primario que subyace tras el proceso proyectual. Las maquetas de gran escala son —tanto en lo que se refiere a la arquitectura como en su expresión de propósito— su principal medio y actúan como realidades intersticiales permanentes e independientes.

Estas maquetas pueden realizarse rápidamente, posibilitan la incorporación de conceptos espaciales, mientras que a su vez sirven como aparatos de suposiciones y desarrollo proyectual. A diferencia de los renders generados por ordenador, se trata de bricolages tangibles y sensoriales que no buscan transmitir un objeto acabado definitivo e inalterable: al fin y al cabo, se aproximan al objeto final construido, aunque simultáneamente lejano, de modo que oscilan con naturalidad entre la creación y la mediación del proceso de diseño. Se trata de un método de trabajo abierto y orientado a los procesos que permite a los arquitectos, así como a los destinatarios de sus propuestas, que ven de fuera hacia dentro, una aproximación didáctica y autorreferencial.

Como herramienta fundamental del proyecto —en este caso de forma paradigmática—, la construcción de maquetas es una definición atípica de un proceso proyectual inmanente, y así se acompaña de lo tangible, lo práctico y lo intuitivo. Una gramática de las formas está en constante desarrollo mediante unos parámetros claramente definidos con herramientas precisas, cuyo último objetivo es crear un espacio arquitectónico.

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Copyright de la edición: Editorial Gustavo Gili SL